Según confirmaron anoche allegados a la familia Maquieyra, los padres de Juan Ignacio –propietarios de una explotación agrícola ganadera en la zona-, no han recibido comunicación alguna sobre el particular.
Pero fuentes relacionadas con la AFIP local revelaron a MaracóDigital en la noche del martes, que un inspector de la sede Junín de la AFIP-DGI llegó en el transcurso de la jornada y bajó la orden: debe reunirse toda la información tributaria relacionada con los Maquieyra.
Las fuentes afirmaron incluso que el pedido está en consonancia con el interés del Gobierno por establecer los medios económicos que le han permitido al joven estudiante costear sus estudios de posgrado en Harvard, la Universidad más antigua y prestigiosa de Estados Unidos.
Juan Ignacio Maquieyra fue uno de los estudiantes latinoamericanos que pudo trasladar en Harvard sus preguntas a la Presidenta Argentina.
El chico piquense consultó por la reelección de Cristina. Una pregunta política que la realidad del país torna insoslayable para cualquier periodista en una conferencia de prensa.
Pero ya se sabe que la Presidenta no da conferencias de prensa dentro del país.
Y lo que sólo fue apenas una pregunta de Juan Ignacio o si se quiere, lo que fueron un puñado de preguntas de estudiantes argentinos y latinoamericanos interesados en la política, fue rápidamente catalogado como un operativo de desprestigio y un ataque preparado por las fuerzas conjuntas de la oposición, dentro y fuera del país.
Un delirio absoluto, digno de fundamentalismos mesiánicos.
Escribas cercanos que hasta no hace muchos meses no podían ocultar su tirria cuando hablaban de cualquier tipo de peronismo en La Pampa (y que defendían el viejo reclamo dirigido a los políticos, de no calificar las preguntas del periodismo), aparecieron firmando columnas que desacreditaban las preguntas de los estudiantes con análisis sobre intereses y otros prolegómenos absurdos, traídos de los pelos, que desnudan ni más ni menos la falta del ejercicio elemental de contestar cuando se pregunta.
(No podemos dejar de sonreir cuando nos preguntamos si el enviado especial fue con la orden de su jefe a investigar cómo se armaron las preguntas, o si se le ocurrió sin ayuda).
Contestar preguntas, como ocurre en cualquier democracia bien entendida, donde las autoridades responden frente al interés común de los ciudadanos, sin ver ataques solapados en la pregunta más urticante que pueda pronunciar el más encarnizado opositor.
Escribimos esta novedad esperanzados en que alguna autoridad de la administración de ingresos salga a desmentirla en forma terminante e incluso, que la familia Maquieyra sea la que pueda negar de modo rotundo que no será investigada su situación tributaria por el hecho de que su hijo se haya atrevido a hacerle una pregunta a la Presidenta de la Nación.
Esperanzados, decimos, porque si se confirma, no habrá ningún eufemismo para ocultar que se trata lisa y llanamente de una persecución. Y entonces se convertirá en una escena más de una película que la humanidad entera ya ha visto y sabe como termina.
Fuente: "InfoPico".
